2 sept 2009

Divagación teológica

Alguna vez han padecido una crisis existencial, puedo asegurar que no hay en este mundo tortura más sinuosa.

Vivo atormentado por el simple designio de existir. Recae sobre mi espíritu un peso, una agitación nerviosa tan exagerada que no logro imaginar combatirlo.

Soy presa de una oscura melancolía, cautivo de un mundo sin luz, sumido en perpetuas tinieblas. No sé por qué me aflige este mal, tal vez sea por despecho, por amor, o tal vez no radique en nada.

Mi espíritu se ha contagiado de una apatía generalizada, sin ubicación ni procedencia. Intento combatirlo, pero cada vez que vislumbro una leve recuperación vuelvo a caer nuevamente en el pozo de lo ignoto, y a cada intento me hundo un poco más en ese fondo fangoso que es la desesperación.

Saber de la felicidad de otros me desconcierta, me deprime; y sé que pensarán que soy un egoísta y que ahí radica mi pesar, mi enfermedad. Puede que tengan razón, tal vez mi naturaleza sea egoísta, pero no conozco a ningún egoísta que se desprecie tanto como lo hago yo.

Cada segundo transcurrido de mi vida es un suplicio, un suplicio que trato de aliviar.

No busco compasión, sólo respuestas a unas preguntas que ni siquiera he formulado. Ven a lo que me refiero, imaginen ustedes que luchan por un objetivo, pero si desconocen el objetivo, pueden luchar por algo que no saben siquiera existe.

Respóndanme, si conocemos de antemano que algún día hemos de morir, ¿Porqué fingimos existir en connivencia con el resto de la sociedad?, ¿Porqué no sucumben a ese irrefrenable deseo en dejarlo todo e ir exclusivamente en busca de la verdad?, ¿Qué verdad? Preguntarán... Tal vez radique ahí el origen de mi desgracia, la obsesión por buscar una verdad que no existe, que nunca ha existido ni existirá. Deseo fervientemente estar equivocado.

Creo vivir en un mundo en el que la hipocresía moral se ha revelado como una verdad ética, y eso me enferma. Nos enseñaron desde la infancia que la consciencia es un don preciado, una facultad que nos diferencia del resto de seres vivos; yo disiento de esta opinión. La consciencia nos hace vulnerables, frágiles al devenir del tiempo.

Me gustaría participar por un instante de vuestra felicidad, recuperar mi antiguo yo. Ya no puedo luchar más, luchar para volver a caer, esta monotonía quebranta mi espíritu.

Si al menos vislumbrase un rayo de luz, mi esperanza tornaría rebelde, sublevaría mi razón en pos de una feliz ignorancia. Es todo lo que anhelo para hacer frente a un destino irreal.

Correr un velo que ignore la realidad, descubrir un mundo irreal, disfrutar la amargura de la mentira.

Depresión, no, mi padecer es más sutil, es un pesar cuyos límites trascienden mi propia existencia, se prolonga hasta el infinito y subyace desde el principio de los tiempos.

Vivís en la mayor de las mentiras, la de la ilusión. Porque yo como manifestación última de un deseo, de un pensamiento, he de padecer la tortura de mis inquietudes. Y si por el contrario determinamos nuestra existencia, nuestro devenir, ¿Somos dueños de nuestros pensamientos, o esclavos de ellos?.

4 comentarios:

Tony Soprano dijo...

Te recomiendo Prozac y lithiun, a mí me va muy bien.

el tio del video de abajo dijo...

te recomiendo un dildo

Shinji Ikari dijo...

Se como te sientes, yo pase por algo parecido, pude superarlo pilotando un gran robot, ¡¡¡TE LO RECOMIENDO!!!

kurt Cobain desde los cielos dijo...

Yo personalmente te recomiendo una escopeta del 12, mano de santo de verdad. Quiero aprobechar mi comentario para saludar a Tony, como te va tio?