14 ago 2009

Pandemia

Buenas Caballeros.

Iré directamente al grano. Hay una pandemia en los últimos años de la que todos somos víctimas y no sale tanto en los telediarios como la archiconocida Gripe A.

Estoy hablando de las películas de cine de dudosa calidad, para las cuales nuestro dialecto particular tiene una palabra muy concreta: truñazos. ¿Quién está a salvo de esta plaga? Te prometes no volver a caer. Una y otra vez, esgrimes patéticos argumentos para exculparte como: es que mi novia me obligó, el tráiler parecía interesante... todo burdas excusas!

Simplemente somos presas fáciles, seducidos por su atractiva mediocridad, engatusados, con un brazo ejecutor a lo pepito grillo que susurra en tu cabeza mentiras irresistibles del tipo: quizás está entretenida, la veo por los efectos especiales, a lo mejor no es tan mala... amigo, has caído en sus garras.

Y ahí te ves... sentado en la sala de cine. Empieza la película y en ese momento una voz en off te transporta a la historia. Se desata una desafortunada secuencia de escenas con dirección única camino a lo previsible, clichés cinematográficos apelotonados (tema que por sí solo merecería su propio comentario en este blog), personajes absurdamente dibujados que hacen que comiences a retorcerte en tu asiento. Temes lo peor, empiezas a desconfiar y ser consciente de que te estas tragando un buen truño.

Miras a tu alrededor y estás rodeado de decenas de parejas en silencio que miran la pantalla con caras de atención, sus rictus doblados por la tensión dramática que un especialista de lo vulgar supo predecir. Bueno, seré yo el raro... piensas.

Hasta que llega esa ESCENA. Todo truñofilm tiene una escena, absurda hasta el infinito, en la que destapa todas sus cartas. Una auténtica bofetada a tu intelecto, que produce un dolor agudo muy dentro de tu cerebro (fruto posiblemente de un suicido colectivo de neuronas). No puedes más y se te escapa una carcajada acompañada de un espasmo nervioso. Ves que la persona de al lado te mira con mala cara.

NOOOOO!!! has vuelto a caer. Te invade una sensación de vergüenza y desesperación, instantáneamente miras tu entrada...7’30€ acabas de pagar. De ahí en adelante ya sólo puedes agacharte y cubrirte.

Hay todo un espectro de sentimientos posibles ante esta situación, frustración, indignación, furia que normalmente acaban con uno muy concreto, resignación. Personalmente, llegado ese momento una sonrisa se dibuja en mi cara y ya sólo soy testigo del despropósito cinematográfico ante el que me encuentro. Quiero creer que es parte del encanto de estas películas.

Vuelves a tu casa pensativo, abochornado, violado.

Pero de ahora en adelante, no sufriré en silencio. Mi vergüenza será destapada y pienso despotricar de cada Truñofilm que vea, empezando por el que vi ayer.

Os invito a desahogaros en el blog y descargar vuestra furia contenida contra esta pandemia de la que todos somos víctimas y para la cual no tenemos mascarillas, vacunas, preservativos o vaselina!

3 comentarios:

Titö MonKey dijo...

que peli era¿?

Anónimo dijo...

La bala que doblo la esquina

Curiogato dijo...

jajaja eso siempre nos pasará, estamos destinados a tragarnos auntenticas porquerias