20 may 2009

Mi historia 3

Allí me encontraba frente a aquellas bestias salidas del mismísimo infierno, malherido, preguntándome cual sería el siguiente paso, pero no hubo siguiente paso, el lobo negro se giró y continuó su camino lentamente, seguido de los cuatro miembros de la manada, maldición, debo de seguirlos, pero no puedo…tengo sueño…no puedo moverme. Duermo.

Desperté en la noche, un búho me observaba, tímido y curioso, llevaba algo en su pico. Un ratón. Estoy agotado me conformaría con un ratón, debo encontrar algo que comer, tengo deseos de volver al pueblo, al calor de la chimenea de “Lo”, pero hay algo más fuerte que me empuja a seguir a esos lobos, algo que aún queriendo me cuesta controlar, creo que los humanos lo laman instinto.

No sé cuánto tiempo había estado durmiendo, pero había nevado, gracias a mi pelaje me encontraba cómodo, olfateé entre la maleza, era extraño, pero desde aquel contacto con los lobos mis sentidos se habían agudizado, era como si me hubiese despertado de un intenso letargo, me sentía más poderoso, mas ágil, incluso mas inteligente, como si una corriente de energía fluyera a través del hocico hasta mi cola. Comer, necesito comer.

Allí estaba un pequeño ratón de campo, ajeno a su final, mordisqueando un brote de hierba, seguramente pensando que bella es la vida por haberle entregado tal manjar. Un manjar que acabaría en su estomago, así como él acabaría en el mío. Todo había mejorado en mi, incluso el cálculo de distancias se había hecho más fácil, antes siempre saltaba teniendo presente que había un margen de error, el cual debía cubrir, ahora sabía que no había lugar para el error, salté y antes de que el ratón tuviera tiempo para acicalarse sus bigotes, su insignificante vida se había terminado. Necesitaba más. Cacé durante toda la noche ratones, ardillas y conejos.

A la mañana siguiente decidí emprender la marcha, necesitaba aprender de ellos, seguí su rastro, me resultaba muy fácil, era como seguir un camino, casi podía verlo, se habían adentrado en el bosque, al parecer había girado a la derecha buscando algo de cobijo, y se habían parado en una zona rocosa. Me dirigí hacia las rocas en busca de una siguiente pista…huele a sangre y a batalla. Algo grande y a medio devorar estaba en el suelo, parecía un caballo o algún tipo de ciervo, estaba destrozado. Qué extraño…huele a lobo y a algo más, no sé si es este extraño animal. Me acerqué y olfateé…En el ambiente había un fuerte olor a sangre. Sus excrementos y su orín se mezclaban con la nieve y la sangre, creando un curioso collage. Extraño, este animal no había sido asfixiado como solía hacer con los conejos, no tenía ninguna marca en el cuello. ¿Habría muerto de viejo o de alguna enfermedad? Probé su carne. No, es fresca y fuerte, era joven. ¿Algún humano? No, los humanos acostumbran a llevárselos y además este tiene marcas de dientes. ¿Qué ser es capaz de hacer tal atrocidad? Entonces mis preguntas obtuvieron su respuesta. Desde una de las rocas, como una gran y oscura sombra apareció, el enemigo más temible de un lobo. Un gran Grizzly.

Dos pequeñas figuras semejantes a la anterior aparecieron por sus lados jugando, se pararon en seco y me miraron. Al parecer eran crías, una de ellas algo curiosa se me acercó. La madre me miraba con recelo, dio un paso hacia mí, la cría comenzó a olerme y a soltarme zarpazos, sin duda jugando, me retiré, esto no es batalla para mí, pero la osa no estaba dispuesto a dejarme escapar se acerco rápidamente. Nunca pensé que un ser de semejante peso pudiera correr tanto, en pocos segundos estaba frente a mí, se irguió y me mostró sus afilados dientes, me quede clavado en el suelo. Recordé a Gar. Si este es mi destino que así sea…levante las orejas, ericé la cruz, y mostré mis colmillos. Dos guerreros dispuestos a morir, uno por sus crías, el otro por su honor. La osa lanzó un zarpazo, sus afiladas zarpas rozaron mi pecho, un gran mechón de pelo se desprendió. Maldición esas garras son demasiado poderosas tendré que andarme con cuidado, esquivé el siguiente ataque y me coloque por su flanco izquierdo, mordí en su cuello, pero era en vano, me cogió con sus dos brazos, como un humano y me apartó de un empujón, que clase de bestia es esta, mezcla de humano y animal. Volví a lanzar el ataque, pero esta vez me hundió de un manotazo y clavó sus dientes con mi lomo. Una sensación intensa de dolor se apodero de mí, me subía hacia la cabeza nublándome la vista. Me estaba volviendo a pasar, estaba perdiendo el control. Fuego y sangre, esa es la sensación, fuego en los ojos y sangre en la boca, su oreja estaba en mi boca, recuperé la cordura y escupí la oreja, a unos metros la osa agitaba su cabeza enfurecida.

Anclaré mi posición, esperaré a su ataque y aprovecharé su punto débil. Su inexistente oreja. Su debilidad es lo que me hace fuerte. La osa avanzó como si de una estampida se tratase, con el único pensamiento de matar, ya viene. Está cerca. Preparado. Ya.

Pero algo hizo girar la cabeza al oso, un nuevo atacante se unía a mi causa por su flanco izquierdo el atacante saltó a la espalda, donde el oso no podía llegar, seguidamente otro atacante busco sus partes blandas y así, seis más se le unieron, en un instante la osa casi había desaparecido bajo una marabunta de lobos. Para resurgir seguidamente y huir hacia donde sus crías miraban asustadas. Se perdieron en el bosque.

Ocho lobos, Entre ellos el lobo negro, eran la manada y habían venido a ayudarme. Se acercaron todos, nos olfateamos y nos saludamos, como los lobos hacemos, después se retiraron y decidieron que podía formar parte de su manada. Era uno más. Quería aprender como vivían. Quería aprender como cazaban y lo más importante, quería aprender todo sobre mí.

…Continuará…

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